#321 Carlitos Paez, su increíble historia y lo que nos sigue enseñando
El otro día escuchaba una entrevista a Carlitos Paez.
Lo normal es que no te suene de nada su nombre, pero sí su historia, porque es de las más famosas (y duras) de la historia reciente.
Y lo que se puede aprender de ella, en pocas facultades se cuenta. Empezamos.
Era 13 octubre de 1972 cuando se produjo el accidente.
Los supervivientes rescatan una radio donde solamente pueden recibir noticias. Se dan cuenta de que los están buscando.
Todo el país los busca.
Hay esperanzas.
Arriba de los Andes hace frío, pero la noticia que escuchan los dejan helados:
La búsqueda ha concluido porque dan por muertos a las 45 personas que iban a bordo del vuelo 571 con destino Santiago (Chile).
Sin embargo, en los Andes, al otro lado de la radio escucharon la noticia alto y claro.
Lo que aparentemente sería el hundimiento de los supervivientes, hizo el efecto contrario.
En ese momento se dieron cuenta de que estaban solos. Que nadie les ayudaría. Que nadie iría a buscarlos.
No tenían comida ni agua calentita con la que darse una ducha ni mantas con las que cobijarse. Estaban en medio de los Andes. Nevados. Solos. Perdidos.
Hasta ese momento tenían la esperanza de que alguien iría a rescatarlos, de que alguien daría con ellos y los llevarían a sus casas para poder descansar.
Pero, no. Los dieron por muertos.
“Carlitos” Páez dice que, aquella terrible noticia la convirtieron en una extraordinaria oportunidad porque se dieron cuenta que su historia era suya, que no dependían de nadie más.
Tuvieron que organizarse, alimentarse (de otros cuerpos de familiares y amigos) y salir en busca de ayuda. Aunque estuvieran perdidos tenían que salir.
Se prepararon, planificaron (como podían) y salieron. Y después de una caminata infernal por la cordillera, encontraron a un arriero. A las pocas horas estaban rescatando a todos los supervivientes.
Qué grande es el ser humano.
Qué grande Carlitos cuando dice que aquella terrible noticia la convirtieron en una extraordinaria oportunidad.
Y ojo, que eso no es una frase puesta en una taza.
Eso son hechos. Durísimos. Tan duros como que tuvieron que comerse a amigos y familiares. Así de duro.
Dejaron de esperar nada de nadie y se pusieron a trabajar con lo que tenían.
¿Cuántas veces esperas a que ocurran cosas en la vida?
¿Y en la docencia?
Que la administración haga tal o pascual, que las familias contribuyan así o asao, que los alumnos…
¿Cuántas veces esperas? ¿Y esperas? ¿Y esperas?
Deja de esperar.
El momento ideal no existe.
Ponte a organizarte.
Prepárate.
Y lo mejor para prepararse no es salir corriendo como alma que lleva el diablo, no. Lo mejor es trazar un plan y luego ejecutarlo.
En educación ese plan se llama programación (mucha gente no le ve mucho sentido porque copia y pega y demás).
Pero si haces una programación de verdad, en la que cuadren todas las piezas del puzzle educativo, tienes mucho, mucho, ganado.
No me creas y compruébalo por ti mismo:
Anti-programación para docentes rabiosamente coherentes. 195€
PD1. Es una formación en papel que te mando a tu casa para que mientras la lees, la subrayas y la interiorizas puedas echarte un café calentito en una taza con cualquier frase, sin olvidar que la historia es tuya, que no depende de nadie más (ojo que no soy mister wonderful).
PD. Arriba para trazar tu plan educativo sin fisuras.
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