#258 Comiendo tierra en EF
Hoy voy a tratar un tema muy personal y mucho personal (y no es coña). Muy personal, pero muy normal también. Lo mismo te ha pasado a ti también.
Ya he contado muchas veces que lo que yo hacía durante un periodo de tiempo en el colegio…
…lo podía hacer mi vecino de enfrente, el de la derecha y el de la izquierda.
Lo único que hacía era repetir y repetir juegos sin ton ni son.
Entonces, aquello realmente podía hacerlo cualquiera.
Y sin saber por qué, me cansaba en exceso en las clases.
Al añadido de dar cada sesión se le sumaba la sensación de llevar un saco de cemento a las espaldas.
Cerca de las dos arrastraba los pies y el alma.
Esta mala etapa en la docencia cobra mucha más importancia desde que hubo un cambio grande en mi vida.
¿Cuál fue ese cambio?
Que tengo una niña pequeña.
Tan pequeña que aún le están saliendo los dientes de leche y el reloj se para y la vida se acelera cuando la cojo en mis brazos para dormirla
Y hay una cosa que me importa y me preocupa.
Me importa y me preocupa. Ambas cosas.
¿El qué?
El recuerdo de mi época docente.
Esa época de la que lo único que recuerdo es que repetía como un papagayo por inercia y miro a mi pequeña dormida al lado y me da pavor.
Pavor de que pasen los días sin enterarme.
La angustia de que el tiempo pase sin ton ni son.
Y que despierte de golpe.
Y sea tarde.
Cuando desperté de aquel letargo docente, aún tuve tiempo.
Tiempo de darme la oportunidad.
Tiempo de afrontar nuevos retos.
De disfrutar.
De saber el porqué de las cosas.
De probar nuevas estrategias de forma consciente y hacerles un seguimiento y valorar de forma consciente si aquello me funcionaba o no.
Ojo, no me da miedo que el tiempo pase.
La vida es así y está bien que sea así.
Me da miedo quedarme dormido en medio de la vida.
En medio de la docencia (es lo mismo).
Y despertar de golpe y que todo haya pasado.
De sopetón.
En mi opinión no solicitada, una de las cosas que ayuda a vivir la docencia de forma más plena es hacer las cosas con sentido.
Que te pille lo menos posible la rueda de la inercia.
Digo que te pille lo menos posible porque pillar te va a pillar.
Seguro.
Y que te pille no es malo. Es normal.
Lo malo es que te pille y no te deje levantarte.
Y te arrastre por el suelo sin darte cuenta.
Comiendo tierra.
Sin opción.
No sé cuál es tu caso ni cómo te sientes ahora, pero hay algo que sí sé:
Si sientes que la inercia te ha podido atrapar, no te culpes porque lo estás haciendo lo mejor que sabes.
Sentirte culpable por no haber sido capaz de hacerlo mejor, no va a cambiar nada.
Responsabilizarte y tomar la decisión de que quieres cambiar las cosas, es lo que lo cambia todo.
Y si decides dar ese paso y que sea con la ComunidEF, estás a un solo click de ponerte en marcha.
PD. Hoy 27€/mes. El día 30 de este mes sube parasiempre.
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